¿Qué es y cómo utilizar el lenguaje inclusivo?

Comunicar promoviendo la igualdad

El lenguaje no solo refleja la realidad, sino que también construye la percepción que tenemos del mundo y lo transforma. En los últimos años, como consecuencia de los avances sociales, ha ganado relevancia el lenguaje inclusivo, como una forma de contribuir a generar una sociedad más justa. ¿Quieres conocer en qué consiste y cómo utilizar esta forma de lenguaje igualitario?   

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¿Qué es el lenguaje inclusivo?

El lenguaje inclusivo es una forma de comunicarse que tiene como objetivo la visibilización y representación igualitaria de las personas o grupos sociales con motivo de su género, sus capacidades físicas o intelectuales, su orientación sexual, etnia, edad u otras características. Determinadas palabras, expresiones o usos de la gramática pueden resultar irrespetuosas, reduccionistas o excluyentes, aunque estemos habituados a ellas. Frente a esto, el lenguaje inclusivo persigue promover la igualdad y contribuir a reflejar una sociedad más diversa e inclusiva.

Esta forma de comunicación tiene su origen en corrientes sociales y académicas del siglo XX, partiendo del movimiento feminista, que en los años 60 y 70 comenzó a plantear que el masculino genérico empleado tradicionalmente invisibilizaba a las mujeres. En los años 90 y 2000, el lenguaje inclusivo se expandió para incluir la diversidad sexual y de género, así como para perseguir la eliminación de términos racistas y excluyentes y para resaltar la importancia de un lenguaje no estigmatizante para las personas con algún tipo de discapacidad.

¿Cómo usar el lenguaje inclusivo?

El lenguaje inclusivo, por tanto, tiene como objetivos promover la igualdad y la visibilización de una manera respetuosa de los distintos colectivos que componen nuestra sociedad. Lo hace, además, de diferentes maneras, que te explicamos a continuación.

En lo que se refiere a la utilización de un lenguaje no sexista, persigue poner en relieve la presencia de la mujer y eliminar el uso de términos y expresiones que refuerzan los estereotipos de género. Escritoras e investigadoras como Kate Millett y Robin Lakoff fueron pioneras en este análisis, en el que destacaron la necesidad de un lenguaje que refleje de manera justa y equitativa los diferentes géneros.  

Un ejemplo tradicional de la invisibilización femenina en el lenguaje es el uso del masculino de forma genérica, tanto en su utilización en plural cuando nos referimos a grupos compuestos por personas de distintos géneros como mediante el uso de términos masculinos para referirnos al grupo. La utilización de la palabra “hombre” para referirnos al ser humano es el paradigma. En oposición a esto, podemos emplear, preferentemente, términos neutros que hagan referencia al grupo, como “humanidad”, o duplicar los géneros. 

Además del género, el lenguaje inclusivo también se aplica con el fin de evitar términos que puedan ser ofensivos o excluyentes en cuanto a la etnia o procedencia, la orientación sexual, las distintas capacidades y otros aspectos de la identidad. Esto implica reemplazar términos peyorativos por descripciones respetuosas y precisas, o no usar expresiones que reduzcan a la persona a una de sus características (como hacemos, por ejemplo, al hablar de una “persona discapacitada”). 

Ejemplos de lenguaje inclusivo

A continuación, te contamos algunas formas en las que podemos adoptar el lenguaje inclusivo para reflejar de forma respetuosa las diferentes identidades.

En lo que respecta al género

  • Utilizar formas plurales que incluyan a todos los géneros cuando hacemos referencia a grupos mixtos. Por ejemplo, en lugar de "los empleados", podemos hablar de "la plantilla"; y podemos sustituir “los ciudadanos” por “la ciudadanía”.
  • También cuando nos referimos a grupos mixtos, podemos emplear tanto el masculino como el femenino, como “los niños y niñas”, o “los vecinos y vecinas”.

Para dar visibilidad a la diversidad sexual de forma no estereotipada o eufemística: 

  • Hablar de “orientación sexual” en lugar de otras expresiones como “preferencia sexual”.
  • Emplear “persona gay” o “persona lesbiana”, en lugar de “homosexual”.
  • Usar los pronombres con los que las personas identifican su género es una forma de mostrar respeto por su identidad de género. Para ello, podemos preguntar a la persona en cuestión con qué pronombre se siente representada.
  • Para hacer referencia a las distintas capacidades de las personas: referirnos a la persona antes que a la condición. Por ejemplo, hablar de “persona con autismo” en lugar de “autista”. 
  • Utilizar términos específicos y respetuosos. Por ejemplo, en lugar de decir “sufre de” o “padece de”, hablar de “persona con” alguna condición específica.

Para referirnos a la diversidad étnica: 

  • Evitar generalizaciones y estereotipos.
  • Emplear términos que reflejen la identidad cultural de la persona de manera precisa y, sobre todo, que sean de su preferencia y con la que se siente identificada.
  • Evitar términos obsoletos o peyorativos como “oriental”, que podemos sustituir por “persona asiática” o por una descripción más específica.

Repsol y la inclusión

En Repsol defendemos el valor de la diversidad en todas sus vertientes: de género, sexual, cultural, de las diferentes capacidades de las personas… Identificamos el talento independientemente de estos factores, trabajamos por la inclusión de nuestro personal y por construir una compañía que refleje cada vez mejor la diversidad de nuestra sociedad.

“Necesitamos generar entornos de trabajo para todo nuestro personal que sean cómodos, que sean respetuosos… Es un círculo virtuoso, porque cuando trabajas en que la gente se sienta a gusto en un entorno de respeto, da lo mejor de sí; cuando da lo mejor de sí, desarrolla su mayor potencial y aporta valor a la compañía, genera sentido de pertenencia y eso hace marca, nuestro valor reputacional como empresa sube y, por tanto, tenemos mejores resultados”, señala Carmen Muñoz, directora corporativa de Personas y Organización.

En la actualidad la plantilla de Repsol la componen personas de 77 nacionalidades, con casi un 32% de líderes mujeres y más de 470 personas con discapacidad. En el Plan Global de Sostenibilidad de Repsol la gestión estratégica del talento de los empleados es uno de los pilares para conseguir el cumplimento de nuestros objetivos. Y se asume la diversidad y la inclusión como un elemento diferenciador que permite a la compañía multienergética ser más competitiva.